SENEGAL 2024 -crónica no terminada
texto y fotos: Paco Chiclana
A primeros de agosto nos regalamos una escapada familiar de una semana a Senegal. El objetivo del viaje no fue ornitológico, pero los prismáticos se unieron a la aventura y regalaron interesantes observaciones.
Tuvimos como guía y organizador de la ruta a Carlos (Abdou Lo), extraordinaria persona que se implicó muchísimo en que disfrutáramos a tope de esos días de vacaciones. A Carlos lo conocía de una anterior excursión ornitológica a este país. A la llegada al aeropuerto cambiamos moneda y compramos algunas tarjetas sim para los móviles.
El recorrido fue ideado básicamente para conocer lugares atractivos entre Dakar y el Delta del Saloum (marcado en línea azul en la imagen inferior).
Los primeros días nos alojamos en el Hotel Keparanga, en Saly. En sus jardines y alrededores conseguí ver buen número de especies.
Tras la salida de la luna, el movimiento y ajetreo de los zorros voladores era cautivador.
Los baobabs, árboles africanos de enormes proporciones, se dejaban ver en nuestros desplazamientos y algunos eran sumamente espectaculares acogiendo bajo sus sombras a buen número de personas.
Uno de los puntos que visitamos desde Saly fue la Reserva de Bandia, espacio natural de exuberante vegetación enfocado a la reintroducción de mamíferos de África desaparecidos a causa de la presión demográfica y la caza furtiva. Allí hicimos un mini safari.
Desde Saly también nos acercamos a la Laguna costera de la Somone, otro espacio natural que se mueve en función de las mareas entre manglares, bancos de arena y multitud de aves que encuentran allí un lugar ideal para alimentación y descanso.
Dakar lo teníamos cerca y era otro destino en la agenda. Es la capital de Senegal, desde la independencia de Francia, y se ubica en el punto más occidental del país, en la península de Cabo Verde. Allí visitamos el Monumento al Renacimiento Africano, escultura de 50 metros que simboliza la libertad y la liberación del país, siendo parte del sello de identidad de Senegal. Es majestuoso y sorprendente y refleja a una familia que unida mira hacia un futuro prometedor.
Y entendimos más las ganas de renacer y dejar atrás el pasado al venir de visitar la Isla de Gorea y su museo (antigua prisión), muy cercana a la capital, y que es otro lugar simbólico por la trata de humanos en África en los siglos pasados. Fue el más importante y horrendo mercado de esclavos durante más de tres siglos, calculándose en al menos veinte millones de personas, incluyendo a niños, las que fueron secuestradas en sus aldeas y vendidas a tratantes en esa isla. No es entendible como pudimos ser tan bestias.
Por otro lado, la pequeña isla es actualmente muy relajante y fue muy agradable pasear por sus calles.
Dejamos Saly y nos movimos al nuevo destino, el delta del Saloum, pasando por Fatick y por Foundiougne.
En sus jardines fueron muy numerosas las aves observadas. Y, como premio, contábamos con una estupenda piscina para mitigar las calurosas horas centrales del día.
El parque nacional del Delta del Saloum, patrimonio de la Humanidad y Reserva de la Biosfera, es una auténtica maravilla que recorrimos en barca al atardecer. Es un delta fluvial compuesto por una amplia red de canales de agua salobre que discurren entre manglares, bosques varios, islas de arena y montículos de conchas de moluscos que los lugareños antaño acumulaban allí.
Muy cerca del alojamiento teníamos Toubacuota, pequeña población senegalesa donde reside actualmente Carlos, nuestro guía, y que gustosamente recorrimos para conocerla y adentrarnos en las costumbres y modos de vida de su población.
Y los pajarillos nos seguían acompañando.
El bosque o reserva forestal de Sangako también nos quedaba a tiro de piedra y su visita resultó muy provechosa.
Todos estos recorridos los hacíamos cómodamente instalados en la furgo que conducía Modou, otra gran persona que estaba siempre atento y pendiente de que tuviéramos el coche fresquito y cerca para aliviar el calor y la alta humedad. Debo decir, de paso, que la elevada temperatura reinante gran parte de los días nos ha hecho pasar algún mal ratillo. Eran de agradecer los momentos en que se nublaba y corría algo de brisa.
Y pasados estos días por el delta de Saloum y alrededores tocaba volver a Saly para acercarnos al aeropuerto. El regreso también dejó interesantes avistamientos.
Y la última noche nos alojamos nuevamente en Saly, como señalé antes con la idea de estar cerca del aeropuerto para emprender la vuelta a casa (volamos con Iberia desde Madrid). En este caso nos quedamos en el Hotel La Belle Etoile. Sus jardines y alrededores tampoco defraudaron.
Y las fresquitas Flag ayudaban en las noches a completar las listas pajareras. Qué bien sienta en esos momentos una rica cervecita.
Si queréis ojear la lista completa de aves observada, con más fotos y ubicaciones podéis hacerlo pinchando aquí
Y si os apetece echar un vistazo al viaje pajarero que hicimos con Carlos en 2020, podéis hacerlo haciendo clic en